No le digas que lloro todavía
acariciando el hueco de su ausencia
donde su ciega estatua quedó impresa
siempre al acecho de que el cuerpo vuelva.
Emilio Ballagas
I
También por andar arando sueños en la noche
llegan a caer estrellas, llegan a sangrar los dedos. Es por eso que mis manos se arrejuntan
debajo de tu falda justo antes de dormir.
Fragilidad: Tu voz que cuelga al filo de la hamaca
hace levantar insectos del almendro, los obliga a trepar hacia las nubes
donde solo y temeroso
se haya Dios también acurrucado.
Saco entonces, de entre mí, un costal de fríos hueso,
un nocturno temporal que implora guarecerse;
los deposito en tu enramada
y la voz que signa el hundimiento
se convierte en una garza que deambula por la alcoba.
Clara: Anoche comprendí por qué la lluvia no se atreve a despertar por las mañanas, antes que la lluvia están los grillos y estos ahuyentan a las nubes
II
He aquí el milagro que se agolpa en la floresta
- conjuntivitis del amor y sus desastres -
he aquí la carne, las llamas acaecidas después de andarte husmeando.
Todo cuanto miro, Clara, es un paisaje solo y derruido
si tu no estas conmigo, una ceiba a la que le hacen falta venas,
un alud, una mañana
que se apresta a derribarnos si te vas.
III
Heme aquí todito envuelto llamas, sin más dolencia que el ahora
con mi carne de cristal y lontananza
arando puro lloro.
Heme aquí cariño hecho de sangre
coagulando en la banqueta muerte envuelta en lluvia.
Heme aquí mirando
mi voz huyendo y yo tanteando
la noche con estrellas hechas polvo.
Pero de tanto andar llameando el enramaje
todito me fui ceniza hundiendo,
todito me calcé ceniza y polvo
todito me perdí marea adentro.
Corazón: ijar maduro;
la tarde llega y se amotina dando brincos en los párpados;
cierro los ojos
y cierro con ello la memoria.
IV
De entre mí, saqué con furia
un nocturno vendaval de cuento y de epopeya;
la memoria del olvido
que se agolpa en cuanto brinca el agua.
Clara, por aquí anda cabalgando un tritón de olvido oleaje,
una centella ultramarina,
un caracol.
Anda traqueteando mar, muriendo
corazón ceniza y polvo.
Anda tarumba, tritón y triceratops,
tricéfalo de corazón acongojado
arando mar con tanto lloro.

© de Dalí Corona

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