He ahí a oscuras el pedregal,
el tránsito hacia el desierto interior.
Si vienen a por ti, no habrá reposo,
tú, mi roca ulcerada por el tiempo.
Tú que fuiste crisantemo, otoño
satisfactorio de la madurez.
Tú, cordero de madre atona, ruge.
Tiembla. Ahorcarme no será suficiente,
dice la tragedia. De tener ojos,
como uñas serían esmeraldas.
Clavé en tus labios el junco flexible
que no se espiga en aguas estancadas.
Junto a la fuente, acederas y berros,
húmedos calendarios de septiembre.
Yo no voy a estar. Quedó entre dos hojas
la pluma del halcón en un almez
de luto, abrazado por las serpientes
cuya sombra disfrazada es la hiedra.
Sobre mi frente un paño, el exterminio
con volumen y figuras de fiebre.
Siete sellos, siete trompetas, siete
copas, siete custodias, siete ángeles.
El sudor de un caballo blanco y rojo
en las blancas piedras de la victoria.
El ojo temeroso de un caballo
pajizo y negro, como una derrota.
Sobre mi frente polifema, islas
afortunadas, cíclopes, centauros.
Antes de la lluvia, ese león joven,
nervioso desde el alba, como el toro.
Ardan las siete trompetas y un ácido
golpe de aire conserve mi deseo.
Yo no voy a estar. El hombre y el águila
que soy, que fui, allá en la Gran Ciudad
ha de estrenar corbata hoy, de noche,
subido a la mesa, el balcón abierto,
el Enemigo al acecho y su brindis,
y yo intentando alzar mi cuello tenso,
patalear la asfixia a la salud del cómplice,
el luto inevitable de alguna cucaracha.

VERSUS INCLUSIVE
- Presentación
- Canto 1
- Canto 2
- Canto 4
- Canto 10

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