Mientras sorbíamos recuerdos humeados de moca - mientras nos contábamos -
nuestras soledades se fundían en sexo,
dos inviernos más fríos nuestros cuerpos.
Corazones de piedra,
proclamas, sonoro gemido de esperanza
al chocar de nuestros encuentros. Pero nuestras piedras no hacen fuego y
siempre lo hemos sabido,
acaso te quiero. Pudiere pero no quisiere, en un acto de
egoísmo,
compartido,
antes compartir recuerdos que casarlos. ¿Cómo la culpa puede hacernos tanto daño? Mientras sorbíamos café humeado de recuerdos - mientras nos contábamos -
allá en aquel café de Balmes,
dos inviernos más fríos nuestros cuerpos.

|