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informe 477
MI GUARDAESPALDAS ESTÁ DE MOSCOSO
(la calle es de los idiotas)
2 Continuación
de Arturo Montfort

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Turba hipócrita, multicultural donde las haya. Unos no follan o follan mal (se les nota en la cara, aunque también puede ser producto del restreñimiento o de un hígado castigado por el resentimiento). A otros la palabra "marica" simplemente les ofende y, por supuesto, se resisten a borrarla de su diccionario de insultos favoritos. A otros, los mismos o parecidos, lo de las lesbianas les horroriza y a la vez les da morbo. Nada más efectivo y destructor que la mirada despreciativa de una lesbiana a un machito. Les cabrea y les excita, mezcla explosiva, que genera odio. ¿Pero qué otra cosa tenemos a mano para defendernos, si no es el odio? Respecto a la homosexualidad, última teoría de mi linda masajista: las lesbianas, al no saber reconocer su lado femenino, lo buscan en otra mujer, y ese no es un buen camino - prosigue -, porque todo aquello que se aparta de lo natural (sic) a la larga no es bueno. Cojones, ¡como el tabaco! Otros prefieren los chistes sobre los negros o los moros. ¡Y hasta piden disculpas antes de contar el puto chiste! Qué delicados. Multiculturalidad fóbica, ya digo. ¿De qué nos quejamos? Son tan antiguos como los del tiro en la nuca: los nazis, los Bush, Sharon y compañía, ya saben: generalmente, suelen ser LOS QUE MANDAN. Se acaban PUDRIENDO (fijo, colega), y, claro, sus sicarios también (no se equivoquen), los de Hamás, ETA y compañía (putos colaboracionistas). Con Franco los conserjes manejaban ese poder sutil del acceso, que tanto nos acojonaba. Éstos también tienen el poder... del receso de la vida. Todos huelen que apestan, y los gemelos de Bin Laden echándole una mano a los hijos de la Gran Puta, para que puedan mandar matar a placer, ondeando las banderitas de los cojones (pero mira que la tienen pillada con eso de la patria, los muertos con patria son menos muertos que los sin patria, cuestión de pertenencia, como el que no sabe vivir sin dioses). Todos muertos. ¡Cuántos más muertos mejor! A carne putrefacta ganancia de pescadores. Claro que en la tele parecen menos muertos, y en el periódico, y, además, siempre tenemos a Ronaldo para ir dándole a la vara. El que no se consuela es porque no quiere. Que se joda.

Los jefes de la nada, los que no pasaron del bachillerato, los Aznar, los banqueros, los jeques y jefecillos del harén, negociados de la nada, fabricantes, traficantes, vencedores todos y presidentes de su escalera, ¿por qué se parecerán tanto a nosotros? ¿Somos así de miserables? Peor que eso: ¿somos así de colaboracionistas? Nos hartamos de enviar mensajes por internet contra el eje del MAL, sus matanzas y lapidaciones varias y, luego, de vuelta del restaurante japonés, delicatessen oye, nos apuntamos al pelotón de fusilamiento de la comunidad de vecinos para ejecutar a esos despreciables que dejan la basura junto al árbol... ¡Serán cerdos!

Y luego vamos a ver una película como Cuando fuimos soldados, del tragaderas Mel Gibson, Dios está con nosotros, dice el muy cretino. Y en el cielo también está Dios, que en el infierno ya estamos los DEMÁS, ayúdanos a matar a esos macacos vietnamitas, recita el infame actor. Y no vomitamos ni metiéndonos los dedos. ¿Por qué será que cuando veo la foto de familia de los encargados de almacén de la CEE, vuelvo la página por si aparece el reverso de la foto, es decir la panda de jefes de negociado árabes, otros que tal. Impresentables. ¿Por qué nunca los menciona el señor Goytisolo? ¿Es que ni en los apátridas podemos confiar? ¿Será aquello tan antiguo de no nos metamos con la URSS y con Cuba para no hacerle el juego al lobo feroz? ¡Hasta aquí podíamos llegar! Exclaman los patriotas norteamericanos, y sus enviados especiales en África, los colonos hebreos, los de la patria de cristal. Tiemblo ante el nuevo disco de Bruce Springsteen. Claro que, afortunadamente, tenemos ahí tenemos a Pepito Grillo mandando su comando de la muerte a ocupar el Perejil (jajajaja), mientras Josemari les envía su proclama por mensajería Pérez: Patria o Muerte. Venceremos (¿les suena?). ¡Hasta aquí podíamos llegar! Exclaman a su vez los tres concejales de Batasuna, cuando el alcalde de Vitoria, en un alarde de humor negro insospechado, dice que aquí tenemos a tres representantes de ETA. ¿Pero en qué manos estamos? ¿Seremos como ellos? ¿Nos pareceremos tanto como dicen?

Falsarios. Porteras. Ya lo decía Celine, el apestado, "una ciudad sin portera es algo sin historia, sin gusto, es insípida como una sopa sin pimienta ni sal, una bazofia informe". Por eso, cuando Ferdinand Celine descubrió (Viaje al fin de la noche, hagan lo que quieran, miren lo que les digo: mejor no se lo lean) que en Estados Unidos no había porteras y que Nueva York era una ciudad vertical se cagó en los pantalones. También tenemos a la portera Boadella (¡Dios! ¿Será verdad que tenemos la mierda que nos merecemos?). Dice el muy burro que el arte abstracto es una tomadura de pelo; que la zarzuela es nuestro musical desaprovechado; que Dalí fue injustamente maltratado sobre la base de tópicos infundados (es decir, Dalí no fue un oportunista, un chupóptero, un indeseable franquista y facha, y, sobre todo, un FANTOCHE PAPAGALLO, UNA PORTERA). Curiosamente, no dice que Dalí fue un gran pintor, como el que más, que es en lo único en que estaríamos de acuerdo (y ya es bastante, digo yo). Además, portera Boadella, últimamente, se dedica a predicar las bondades del PP y a abundar en la leyenda negra de que los progres, es decir (y por favor, digamos a las cosas por su nombre, por favor, como diría Raymond Carver, qué grande eres, Carver), los de izquierdas, los opositores a la dictadura éramos tontos del culo, ingenuos perversos con toda esa perorata falsaria de los ricos y los pobres. Su definición de progre es magistralmente rastrera y porteril: un mandangas que se llenaba la boca de tópicos políticamente correctos para la época y que cuando llegaba a casa se fumaba un canuto y se sentía el rey del mambo. Pero que te has creído, imbécil.

La calle de los idiotas no se acaba nunca. Ya lo decía Celine, el colaboracionista, el apestado: "Era como una herida triste, la calle, que no acababa nunca, con nosotros al fondo, de un lado a otro de una pena a otra, hacia el extremo fin, que no se ve nunca, el fin de todas las calles del mundo." Para cara de idiota la que puse con Gosford Park (vaya muermazo). Y no digamos la que puse ante esa bazofia del terrorífico Mel Gibson. Significativo, oigan: hace quince años no se hubieran atrevido a filmar este engendro. Ofende a las hormigas. Mejor me meto en la cama para sobarla, y es que el viernes nadie está para historias. Mejor lo dejamos para el lunes, que ya estoy cansao. Claro que el domingo, cuando enchufe la radio vendrá el bueno de Fernando y me susurrará a los oídos "a vivir que son dos días", ¡Tu padre, Fernando! Miren, ¿saben lo que les digo? Como hoy mi guardaespaldas tiene moscoso mejor me quedo en casa. Ya lo dijo Celine (y perdonen, bueno hagan lo que les dé la puta gana): "Con que lo mejor era salir a la calle, pequeño suicidio". Me quedo en casa, digo, me la casco, la sobo, me fundo y no abro la puerta ni al operario del gas de los cojones (Aviso: pasamos el jueves, ¡y a mí qué!).

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