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informe 476
174517 LEVI
testigo de cargo
de Arturo Montfort
(para Manel Muntada, que gusta de reflexionar con los libros)

Versión para imprimir
y leer más tarde
...en papel

Ilustración: Lola RoigHasta que un día no tenga sentido decir mañana.
Aquí es así. ¿Sabéis cómo se dice "nunca"
en la jerga del campo? Morgen früb,
mañana por la mañana
Si esto es un hombre

De joven no solía pensar en la palabra nunca (Morgenfrüb). Pensaba mucho, eso sí, aunque actuaba poco. Pretendía que la mejor forma de iniciarme en la esencia del ser humano (y los títulos de los libros cuanto más raros, mejor, por favor) era leyendo a los grandes filósofos (Freud, Marx, Nietzsche, Darwin, Marcuse, etc.). También pensaba que haciéndome mayor entendería mejor algunas cosas. Tendrán que convenir conmigo que no parecía un mal punto de partida. Aunque Proust ya las cantaba claras. Debería haber hecho caso a mi instinto y no a esos podridos modernos que afirmaban que leer a Proust sólo servía para poder decir que se había leído a Proust.

Para un mediocre alumno de Bachillerato, el segundo supuesto (esperar a hacerme mayor) era más efectivo que el primero, como comprobé mucho más tarde. Descubrí esto cuando empecé a vislumbrar que el maratón de Hegel, Kierkegaard, Leibnitz y compañía podría dañar seriamente mi salud. Como dice Bardinovi (en una de sus afortunadas sentencias, ésta del Caribien -, y cito de memoria) desconfía de los que hacen tan difícil explicar algo tan esencial, y a la vez tan básico, como el pensamiento y la vida. A no ser, claro, que confiemos en la providencia...

"Pienso que, sólo por el hecho de haber existido
un Auschwitz, nadie debería hablar
en nuestros días de Providencia
Si esto es un hombre

El 1 de febrero de 1945, en Auswitzh, los nacionalsocialistas alemanes tenían previsto iniciar la fabricación de plástico. Los rusos estaban a ochenta kilómetros y ellos (muchachos del mañana) seguían haciendo planes de futuro y metiendo judíos y otros desechos (polacos, gitanos, políticos, rusos, republicanos, etc.) en el crematorio con una orden y regularidad dignas de mejor causa. Este hecho (la mezcla de frialdad y simplicidad burocrática unida a la crueldad del tercer imperio) impresionó de qué manera al número 174517 de Auschwitz, Primo Levi. Eso y el año interminable en el campo de exterminio. Eichmann dijo, en el juicio al que le condujo su sonado secuestro (lo cuenta Hannah Arendt en Eichmann en Jerusalén), que no eran de "exterminio", que era un aparcamiento gratuito, vaya pandilla de cabrones. Como los de ahora, yo diría que estamos perdidos sin remisión.

La lectura de la trilogía de Primo Levi, además de significar el gran placer intelectual de este año (juntamente con la lectura de Raymond Carver), fue una de las referencias importantes para la redacción de Sefarad (Antonio Muñoz Molina), un libro cebolla sobre el individuo en general y el perro perseguido en general. Un libro, éste, cuya capa externa habla del exilio, del exilio exterior, se entiende, de la emigración forzada, y más internamente (e intensamente), del extrañamiento interior, de crueldades, y también del miedo. Sobre todo del miedo:

"La vida entera es mirar y esperar,
vigilar la propia respiración, con miedo
a la asfixia, a la negrura de un colapso"
Sefarad

Permítanme una justificación acerca de mi devoción por Muñoz Molina. Es cierto, sí, sí, ya lo sé. Desde que se afeitó la barba y el bigote; desde que le hicieron "master" del Universo, es decir, de la Academia; coincidiendo, por cierto, con el desmelene de Elvira Lindo, etc., ha dejado de ser aquel escritor tímido y sugerente y hasta simpático que escribió "Jinete Polaco" y "Ardor guerrero" y últimamente ha adoptado la impostura camilojoseceliana del erudito "de altura". Vaya, que se le han subido los humos a la cabeza. No sé que opinarán ustedes, eso me parece a mí. Además, ¡se le nota tanto que, a pesar de sentirse de izquierdas, no militó exactamente en las fuerzas progresistas! (y, sobre todo, que eso le molesta: de ahí sus remordimientos) que quizás por eso les echa un sapo de vez en cuando. Y, por si fuera poco, siempre introduce en sus artículos alguna mención al terrorismo de ETA (acertado, por otra parte), o a la maldad de los nacionalismos. Eso que tanto molesta a algunos amigos míos que todavía nadan entre las dos aguas de la ambigüedad. En lenguaje antiguo: ha sacado su lado feo, digamos, de reconvención a sus lectores. Bueno, tampoco hay para tanto, digo yo, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra (Señor Haro, por favor, deje de tirarme piedras). Digo yo que "Plenilunio" es obra magna, y "Sefarad" es un gran libro, qué digo un gran libro: ¡una obra maestra! Y como sea que a casi nadie le ha gustado, déjenme ser un poco coqueto y pedante, y sentirme por una vez en posesión del privilegio de ser uno de los pocos entusiastas "elegidos" de este libro. He dicho.

Se me ocurre que a los alumnos de ESO y del Bachillerato, se les podría hacer un favor y liberarlos de la asignatura de religión (todas son igual de miserables). El tema se podría incluir en Sociales, digo yo (que entiendo poco de eso de la educación), un apartado de Historia de las religiones, ya que, al fin y al cabo, los muchachos tienen derecho a saber lo necesitado y peligroso que ha sido/es el ser humano. Bueno, ya saben, esas cosas.

Una asignatura muy recomendable para la salud, y también para la sabiduría. Pero no la sabiduría de los negociados de la abstracción y la hipocresía institucional, subsección patanes de la cosa, organismos administrativos (funci, llama Karina a los funcionarios. ¡Qué terrible ser funcionario! exclama Sagarra; Kafka lo era, respondo yo, que siempre tengo la misma respuesta preparada; y así acabó el pobre, me dice él; y yo desisto, apesadumbrado) de lo culturalmente correcto, sino aquella otra sabiduría que sirve para superar la miopía del error diario: "- Sabe, doctor, - escribe Bukowsky en Música de cañerías - la sabiduría llega a una hora infernal... cuando la juventud se ha ido, la tormenta se ha alejado y las chicas se han marchado a su casa." Señores: no lo permitamos.

Si llegados hasta aquí todavía no han acudido como posesos a inspeccionar su librería o biblioteca (o a comprar los libros en el FNACK o en su librería habitual), permítanme que les ayude. He aquí la trilogía de Primo Levi:

- Primo Levi: Si esto es un hombre, Muchnik editores, Barcelona 2001
- Primo Levi: La treva, Edicions 62, El balancí, Barcelona, 1977
- Primo Levi: Los hundidos y salvados, Muchnik editores, Barcelona 2001

Muñoz Molina me echa una mano, sin resentimientos, cuando escribe: Quien haya descubierto en primo Levi que más allá de la ficción hay una literatura que está hecha de la pura y desgarrada emoción de la verdad quedará sobrecogido desde la primera página, y agradecerá que este relato haya llegado a existir, y se haya editado en español con tanta valentía, con tanto amor anticuado por la belleza artesana y material de los libros.

"A lo largo de los siglos se inventaron muertes más
atormentadas, pero ninguna tan cargada de vilipendio y desdén"
Si esto es un hombre

Ya lo decía yo: no hay que dejarlos a su aire que son peligrosos. El primer libro de Levi trata de su "estancia" en Auschwitz. El segundo, del regreso, pero más bien de la diáspora de los prisioneros, unos seres patibularios, rotos física y mentalmente, desarraigados, hundidos, muchos de ellos con toda la familia desaparecida, es decir, muerta. Esqueletos con piel vagando en trenes de carga por una Europa calcinada. El tercero, finalmente, escrito ya mucho más tarde, es una reflexión sobre los dos anteriores: delibera sobre su experiencia durante el período transcurrido; relata y analiza la información y los testimonios recibidos (Levi siempre se reclamó como testigo de cargo, nunca como juez) en todos esos años, información proveniente tanto de lo explicado como de lo escuchado.

Afirma Vila-Matas, en uno de sus libros, que lo que hace soportable la vida es precisamente la idea de que podemos elegir cuándo escapar. No me constan, a través de mis lecturas, noticias de suicidios en los campos de exterminio. En los campos estaba reglamentado morir pero el suicidio estaba prohibido. Además, cada semana había selección para el crematorio. ¿Por qué molestarse, pues? ¿Para qué comerse el coco, si ellos hacían todo el trabajo por ti?

Creo que precisamente a este volverse atrás
para mirar "las aguas peligrosas" se hayan
debido los muchos casos de suicidio
posteriores (a veces inmediatamente posteriores)
a la liberación. Se trataba siempre
de un momento crítico que coincidía
con una oleada de reflexión y de depresión."
Los hundidos y los salvados

¿Y por qué motivo algunos (o bastantes) lo hicieron después, estando ya libres? ¿Libres? ¿Se puede ser libre bajo el peso de la vergüenza? ¿De qué sirve abrir puertas una y otra vez, que ya no estás capacitado para atravesar, que ni siquiera deseas cruzar?, como diría Tino Pertierra. ¿Qué haces cruzando la puerta de la libertad bajo el peso de la vergüenza de haber sobrevivido entre tanto cadáver? ¿Cómo te las arreglas para empezar otra vez, para aprender a coger el tenedor, a catar un buen vino, a leer un libro, a decir "buenos días" cada mañana al salir de casa y encontrarte con un vecino en el ascensor, a afeitarte como tal cosa, con ese cáncer de piel que muchos llaman memoria, con tanto humo saliendo de las chimeneas, con tanta ceniza cubriendo tu sofá y tu mecedora, con tanto montón de dentaduras, dientes de oro y tanto cúmulo de gafas llenando los pasillos de tu casa, los andenes del metro, obstaculizando las palabras? ¿Cómo te las arreglas para construir una conversación que no huela a muerto, sobre todo a ese que murió en tu lugar, a cada hundido que murió para que tú pudieras convertirte en un salvado?

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