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Lamento meterme con Casablanca, de Michael Curtiz, y con los cinéfilos, forofos y mitómanos de la película, que por cierto me encanta, pero desde el punto de vista del escritor tengo que decir, por una vez, lo que siempre me ha rondado por la cabeza desde el día en que la vi por primera vez. El guión es un churro. Sí, ya sé que le dieron el oscar al mejor guión original y sé que la historia es tierna, tensa y maravillosa, Bogart, la Bergman, pero es que, de verdad, no hay por donde cogerla, carece de toda lógica y aunque está bien desarrollada, eso es indudable, no se sostiene por principio.
Veamos. En casi todos los guiones de ese estilo, con una cierta acción, y en ése en concreto, subsisten dos historias, una por encima de otra, que son la trama, digamos policiaca o de acción y el conflicto o los conflictos personales. Del conflicto entre Rick, Ilsa y Laszlo nada que decir. Triángulo amoroso emocionante, tenso y bien resuelto, pero de la trama subyacente, el asunto del vuelo Casablanca a Lisboa, es totalmente infumable. Me explico. Resulta que estamos en el Marruecos francés, controlado por el Gobierno de Vichy, aliado de Alemania. De Casablanca sale un solo avión, de vez en cuando, con destino a Lisboa, al que sólo pueden acceder algunos privilegiados. Nos cuentan que un correo alemán que viajaba a Casablanca ha sido asesinado y le han robado dos salvoconductos, firmados por algún jerarca del Reich y sin nombre y que esos salvoconductos valen su peso en oro porque se puede poner el nombre de cualquiera en ellos. Confieso mi estupor, ¿qué importa que hayan robado los salvoconductos? Si las autoridades de Marruecos y obviamente los alemanes, saben que les han robado esos documentos, ¿qué problema tienen en anularlos y ya está? Y ¿de qué sirve robar unos salvoconductos si nada más enterarse los alemanes los van a anular? Y aún más, sabiendo los alemanes que se han robado esos salvoconductos, ¿no es sencillísimo esperar en el aeropuerto y detener a cualquiera que vaya con ellos? Se me podrá aducir que los alemanes no se han enterado del robo, pero la policía está persiguiendo al ladrón y asesino, Guillermo Ugarte, por lo que obviamente ya lo saben. ¿Qué no saben distinguir cuáles son los salvoconductos legales y cuáles los robados? Pues se impide la salida del avión o se requisan todos los salvoconductos en vigor. Y finalmente, con salvoconductos o sin salvoconductos, la policía de Vichy, monsieur Renault; y los alemanes, herr Strasser, pueden controlar sin problemas a todos los que suban al avión y detener a quien les de la gana. Bien, esa es mi opinión, pero tranquilos
siempre nos quedará París.
© José Luis Caballero

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