CRONOPIA,
manual de instrucciones
Hay otros mundos y están en éste. Sí, resulta que la perogrullada es cierta, que no era una metáfora más para publicidad de colonias for man, sino una realidad pura y dura. Desengáñense amigos míos, peatones de la vida, miserables del paso cebra, el metro, la oficina y el euroconector, que diría el viejo Víctor Hugo. Este planeta da para más mundos, como ya deberían saber ustedes. Y podría ser peor. Para muestra el taladrodiario de la Uno. Y miren, esa historia de los otros mundos está muy bien para los poetas y tuberculosos en general, pero es que en Literatuya somos un poco más sensatos de lo que predicamos y vamos a lo que vamos, así que una vez comprobado que en Marte apenas encontraremos más allá de un meao, que el universo se expande, y que este descubrimiento no nos lleva a ninguna parte (¿pillan la paradoja?), y que para más INRI los viajeros sólo somos nosotros y algún que otro agujero negro, todo este galimatías no llega a preocuparnos demasiado, esa es la verdad, pero no deja de tenernos un tanto intrigados.
Pues eso mismo, ante este panorama, los cronopios nos hemos inventado un mundo de urgencia llamado Cronopia. Por si acaso, por aquello de que si el taladrodiario nos deja plantados, no nos quedemos en bolas, y perdonen la vulgaridad de la expresión. Cronopia es, pues, un mundo inventado; no es de aquí ni de allá, sino de acullá, pero no se equivoquen, amigos míos, no es menos real que los fantasmas del planeta Tierra o los meaos de Marte.
Los cronopios (habitantes de Cronopia) no nos sentimos culpables de ser aventureros, ilusionistas, transgresores, equilibristas y un poco gamberros. Porque un poco diabólikos sí que somos, todo sea dicho sin malicia, no sé sí me explico.
En Cronopia no somos desconfiados pero tampoco es que seamos tontos. Por ello, cuando viajamos al EXTERIOR, a este mundo de aquí, al que llamamos un tanto temerariamente real, el del hombre del traje gris, vamos de la sorpresa a la perplejidad y no acabamos de creernos lo que vemos. De nuestro natural generoso y magnánimo dan fe nuestros esfuerzos por adaptarnos a las reglas, hábitos y convenciones de esos seres singulares y un tanto inverosímiles que han dado en llamarse a sí mismos humanos.
Y, como somos solidarios y muy amigos de nuestros amigos, no nos cortamos un pelo en buscarnos la vida, es decir, en elaborar nuestras propias cuadernos de ruta y manuales para conducirnos por estos mundos "reales", "virtuales" y demás inventos que nos acosan, día a día, con su aparente y tramposa verosimilitud. Pero no lo consiguen. No nos engañan.
Es por eso que redactamos cuidadosamente nuestros Manuales de Instrucciones para movernos con cierta presteza; para sortear los inextricables códigos, hábitos y preceptos de esos seres y de sus rudimentos de destrucción masiva: sus cosas, sus máquinas, sus convenciones, sus aparatos, sus inventos, sus costumbres, sus manías, sus obsesiones, su estupidez.
Nuestro cronopio Julio escribió algunos de esos Manuales, como, por ejemplo, Instrucciones para subir una escalera o Instrucciones para dar cuerda al reloj, actividades, como ya habrán comprobado ustedes, harto complicadas y difíciles para alguien que no esté muy comprometido con la concepción tecnocrática de la civilización judeo-cristiana y, más profundamente, con la del espacio-tiempo que con tanto denostado como inútil esfuerzo intentó desbaratar ese matemático llamado Einstein. Pero así nos encontramos a este planeta: poblado y redondo (¡y no queremos pensar si fuera cuadrado!). Y no parece que vaya a mejorar. Todo lo contrario, como decía uno de nuestros cronopios: Lo peor está por venir. Y así vamos.
Como ven, la tarea es ardua y da para mucho. Desde Literatuya les pedimos su ayuda. Amables colaboradores y lectores en general: ¡Socórranos¡, ¡Asístanos! Todo refuerzo será siempre poco (y bien recibido) para ayudarnos a introducirnos en el conocimiento de esta especie extraña, casual y sin igual. Por suerte.
manuales de instrucciones
Manual para sortear a la humanidad en una calle abarrotada
Manual para aconsejar películas

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