Jueves, 27 de marzo de 2003. En la cafetería librería
CAT-Guinardó se presentó una web de literatura
y otras hierbas. Su nombre: Literatuya.

Curiosamente, y pese a la denominación de
la web, que prometía inequívocamente la aparición
de una nueva revista literaria, con la necesaria y consabida presencia
de individuos de aspecto grave y verbo erudito, los protagonistas
del evento se presentaron de forma un tanto estrafalaria. Cuentan
quienes estuvieron allí que, incluso, circularon fotomatones
de cronopios sacando la lengua con perversa satisfacción.
Testigos del suceso afirman que los llamados
cronopios, y alguna que otra esperanza, leyeron sospechosos escritos
de difícil clasificación, apelaron al desenfreno y
a la creatividad y, en ningún momento, mencionaron a la Real
Academia de la Lengua Española. Otros afirman, en cambio,
que advirtieron la presencia, en los alrededores de la mencionada
cafetería librería, de unos individuos de aspecto
siniestro, con gabardina y sombrero calado, que nuestros corresponsales
han identificado finalmente como famas.
Aprovechando sin duda el desconcierto reinante,
existen testimonios, sin duda interesados y poco fiables, que insisten
en que, en el mencionado evento, hicieron acto de presencia miembros
no identificados de diversas cofradías no homologadas por
el Departamento de cultura correspondiente, tales como verbívoros,
crucigramistas, ambigramáticos, estrategas de baldosas, diabólikos,
suprarrománticos, poetas de la calle Balmes y otras hierbas.
Al cierre de esta edición podemos afirmar,
no obstante, que sin lugar a dudas alguien andaba suelto por
ahí.



De lectura obligada: · Fotomatones,
de Màrius Serra
Artículo aparecido en "La Vanguardia", Barcelona,
Martes 1de abril 2003.

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