No hay afectación en este abrazo laico y tranquilo (imagen que me sugiere la fotografía de Ferran Jordà) del que, según todos los indicios, está escuchando.
A veces, la comunicación deviene sistémica y el receptor construye y refuerza su vínculo con el que habla mediante su propio cuerpo.
Por eso mismo, la simetría que nos ofrece, amable y casi diría que considerada, no es casual: invita a la conversación.
Podría parecer, por el gesto cruzado, que busca protección pero sería una conclusión limitada o, peor aún, errónea. En realidad, el que escucha tiende a abrirse. Como un desplegable antes de ejercer la función que le es propia. Como un abanico de palabras, que diría Gómez de la Serna.
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